Antonio Machado dice...

El cine. . . Ese invento del demonio.


miércoles, 17 de septiembre de 2008

El hombre máquina

Un grupo de investigadores de la Universidad del sur de California desarrolló una tecnología que permitiría crear dobles de riesgos virtuales para que sean utilizados en las escenas de mayor peligro de los filmes cinematográficos. Se trata de un dispositivo denominado Aguru Dome mediante el cual se pueden capturar los rasgos de los actores y sus movimientos característicos para luego crear un clon cibernético.


El proceso para desarrollar un clon digital comienza con la pose del actor dentro de una cabina de alta tecnología llamada Aguru Dome donde se le sacan fotografías a su rostro y se hace un scaneo detallado de su cara. Una vez realizada esta primera fase, los datos obtenidos son procesados en una computadora para que puedan ser manipulados y de esa forma generar escenas de acción que nunca se hayan grabado durante la filmación.


“Es el sistema de captura del rostro de mayor resolución del mundo. No sólo capta la forma de la cara, sino también la manera en que la luz interactúa con el rostro desde cualquier ángulo”, explica en un comunicado Paul Carroll, uno de los ingenieros de la compañía Aguru Images, la cual ya comercializa el producto. Los creadores del mecanismo tecnológico aseguran que los dobles parecerán tan reales que la gente no podrá percibir la diferencia con el verdadero actor de carne y hueso.


Según Paul Debevec, ingeniero e investigador de la Universidad de California, “estamos a punto de ser capaces de crear a los actores, los héroes y las estrellas de las películas utilizando gráficos creados por computadora ”. Un entusiasmado Devebec afirma que “está la posibilidad de crear algo que nunca existió y que se convierta en una estrella”.

Una de los interrogantes que surgen tras las palabras del científico es que pasará en un futuro no muy lejano con los verdaderos protagonistas si estos sistemas prosperan. Los más reacios opinan que no existe la posibilidad de que personajes virtuales sustituyan a los verdaderos actores, ya que hay muchas variantes y matices que jamás podrán ser igualadas por la tecnología.


En principio estos sistemas digitales serían aplicados tan sólo para reemplazar a los protagonistas en las escenas más riesgosas, pero habría que analizar hasta qué punto es rentable contar con esta tecnología, en vez de optar por personas humanas que cumplan el rol de dobles de riesgo.

EL CINE QUE NOS IMPORTA

Los espectadores argentinos de cine asisten a las salas para ver películas que, en su gran mayoría, son extranjeras. De estos Films importados, Hollywood posee el monopolio de los mismos, los cuales tienen el éxito casi asegurado por el hecho de pertenecer a la industria hollywoodense.
Sólo una cuarta parte de los estrenos anuales son argentinos. El resto son producciones internacionales que, generalmente, gozan de una gran aceptación del público, y hasta son categorizadas como “éxitos de taquilla”.
La gran concentración poblacional y económica del país en Capital Federal y Gran Buenos Aires, hace que la industria cinematográfica se centralice en esta zona. Además, es aquí donde la asistencia a las salas de cine forma parte de un “hábito” que las personas eligen como forma de esparcimiento y una manera de entretenerse. Tal es así que la cantidad de espectadores actuales, comparada con la de una década atrás, se ha mantenido casi sin variaciones.
Es innegable la escasa inversión financiera que las instituciones gubernamentales destinan al desarrollo y promoción de la cultura cinematográfica nacional, a pesar de los reclamos, ya históricos, de directores locales y todo tipo de trabajadores de cine.
Quizás, por falta de oferta de películas argentinas, o simplemente por una cuestión de preferencia, son los espectadores los que eligen qué película ir a ver. Y son estos los que también, muchas veces, hacen largas colas para comprar una entrada y ver una superproducción de Hollywood en la que participan las principales figuras del “star system”.

Nota: los datos fueron extraídos de las publicaciones del INCAA en su página web.

lunes, 15 de septiembre de 2008

Honor y vergüenza

Elizabeth, La edad de oro (2007) es la segunda entrega de la historia de la reina Elizabeth de Inglaterra, dirigida por Shekhar Kapur.

En 1998 se estrenó una película que contaba la historia de la “reina virgen”(Elizabeth) y sus primeros pasos en el poder. Siete años después llega la secuela protagonizada nuevamente por la extraordinaria, Cate Blanchett, en un personaje que puede llenar al más cauto de vergüenza y amor.
Elizabeth, La edad de Oro (2007), narra la historia de la reina ya madura, que además de vivir idolatrada por los que están a su lado, en su vida privada, sufre profundamente la ausencia del amor. Kapur, muestra una faceta desconocida del personaje histórico.
Pero Elizabeth no es una más, la interpretación de Cate Blanchett sorprende por su emotividad y rudeza, aunque claramente ya se monta sobre un guión que describe una reina ambigua. Por un lado se la ve con la fortaleza y la inteligencia de una de las figuras claves de Europa occidental, se la percibe barroca y poderosa. En otro plano, no hay ya reina sino una mujer miserable que sufre, cela y envidia.
La llegada de Sir Walter Raleigh, un marino que había viajado a América, protagonizado por Clive Owen, es el elemento que permite la transformación de la reina en plebeya, y el avance de la película. Es la interacción con este hombre lo que moviliza, ya sea por la sorpresa de encontrarse con una historia de amor o por el golpe que Kapur planifica, al acercar al espectador, como en un zoom al interior de los sentimientos de una de las mujeres más poderosas de la historia.
Las intrigas que pretenden derrocar a la reina, en pos de coronar a su prima, la católica María Tudor y la guerra santa declarada por España dan lugar al anclaje documental del film. Pero el excelente montaje escenográfico de la película no se corresponde con la pobre escena en que la armada inglesa y la española se encuentran y luchan, asemejándose a pequeños barcos de juguete que pelean unos contra otros, La mala elección de los planos llega a perder al espectador y cortar el vínculo logrado gracias a la excelente actuación de Blanchett.
Jordí Mollá quién interpreta a Felipe II de España no está a tono con el film, su actuación colabora aún más con la creación de arquetipos sobre la que se funda la obra. Los buenos ingleses y los malos españoles, lo claro e inmaculado contra lo oscuro y enfermo. Esta división tan notable, impregna la película de un halo nacionalista que poco atrae y llena de un sabor amargo aquello que al principio fue tan atractivo.
 
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