Elizabeth, La edad de oro (2007) es la segunda entrega de la historia de la reina Elizabeth de Inglaterra, dirigida por Shekhar Kapur.
En 1998 se estrenó una película que contaba la historia de la “reina virgen”(Elizabeth) y sus primeros pasos en el poder. Siete años después llega la secuela protagonizada nuevamente por la extraordinaria, Cate Blanchett, en un personaje que puede llenar al más cauto de vergüenza y amor.
Elizabeth, La edad de Oro (2007), narra la historia de la reina ya madura, que además de vivir idolatrada por los que están a su lado, en su vida privada, sufre profundamente la ausencia del amor. Kapur, muestra una faceta desconocida del personaje histórico.
Pero Elizabeth no es una más, la interpretación de Cate Blanchett sorprende por su emotividad y rudeza, aunque claramente ya se monta sobre un guión que describe una reina ambigua. Por un lado se la ve con la fortaleza y la inteligencia de una de las figuras claves de Europa occidental, se la percibe barroca y poderosa. En otro plano, no hay ya reina sino una mujer miserable que sufre, cela y envidia.
La llegada de Sir Walter Raleigh, un marino que había viajado a América, protagonizado por Clive Owen, es el elemento que permite la transformación de la reina en plebeya, y el avance de la película. Es la interacción con este hombre lo que moviliza, ya sea por la sorpresa de encontrarse con una historia de amor o por el golpe que Kapur planifica, al acercar al espectador, como en un zoom al interior de los sentimientos de una de las mujeres más poderosas de la historia.
Las intrigas que pretenden derrocar a la reina, en pos de coronar a su prima, la católica María Tudor y la guerra santa declarada por España dan lugar al anclaje documental del film. Pero el excelente montaje escenográfico de la película no se corresponde con la pobre escena en que la armada inglesa y la española se encuentran y luchan, asemejándose a pequeños barcos de juguete que pelean unos contra otros, La mala elección de los planos llega a perder al espectador y cortar el vínculo logrado gracias a la excelente actuación de Blanchett.
Jordí Mollá quién interpreta a Felipe II de España no está a tono con el film, su actuación colabora aún más con la creación de arquetipos sobre la que se funda la obra. Los buenos ingleses y los malos españoles, lo claro e inmaculado contra lo oscuro y enfermo. Esta división tan notable, impregna la película de un halo nacionalista que poco atrae y llena de un sabor amargo aquello que al principio fue tan atractivo.
En 1998 se estrenó una película que contaba la historia de la “reina virgen”(Elizabeth) y sus primeros pasos en el poder. Siete años después llega la secuela protagonizada nuevamente por la extraordinaria, Cate Blanchett, en un personaje que puede llenar al más cauto de vergüenza y amor.
Elizabeth, La edad de Oro (2007), narra la historia de la reina ya madura, que además de vivir idolatrada por los que están a su lado, en su vida privada, sufre profundamente la ausencia del amor. Kapur, muestra una faceta desconocida del personaje histórico.
Pero Elizabeth no es una más, la interpretación de Cate Blanchett sorprende por su emotividad y rudeza, aunque claramente ya se monta sobre un guión que describe una reina ambigua. Por un lado se la ve con la fortaleza y la inteligencia de una de las figuras claves de Europa occidental, se la percibe barroca y poderosa. En otro plano, no hay ya reina sino una mujer miserable que sufre, cela y envidia.
La llegada de Sir Walter Raleigh, un marino que había viajado a América, protagonizado por Clive Owen, es el elemento que permite la transformación de la reina en plebeya, y el avance de la película. Es la interacción con este hombre lo que moviliza, ya sea por la sorpresa de encontrarse con una historia de amor o por el golpe que Kapur planifica, al acercar al espectador, como en un zoom al interior de los sentimientos de una de las mujeres más poderosas de la historia.
Las intrigas que pretenden derrocar a la reina, en pos de coronar a su prima, la católica María Tudor y la guerra santa declarada por España dan lugar al anclaje documental del film. Pero el excelente montaje escenográfico de la película no se corresponde con la pobre escena en que la armada inglesa y la española se encuentran y luchan, asemejándose a pequeños barcos de juguete que pelean unos contra otros, La mala elección de los planos llega a perder al espectador y cortar el vínculo logrado gracias a la excelente actuación de Blanchett.
Jordí Mollá quién interpreta a Felipe II de España no está a tono con el film, su actuación colabora aún más con la creación de arquetipos sobre la que se funda la obra. Los buenos ingleses y los malos españoles, lo claro e inmaculado contra lo oscuro y enfermo. Esta división tan notable, impregna la película de un halo nacionalista que poco atrae y llena de un sabor amargo aquello que al principio fue tan atractivo.
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